

Valoración inicial de la asistencia en urgencias
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de consciencia y, por lo tanto, amenazan la vida de la persona afec-
tada. En las distintas poblaciones de edad
son la afectación de la
respiración, el pulso débil o la ausencia de pulso y la pérdida de
consciencia.
La mayor parte de las veces estos tres signos suelen ir
asociados, ya que una persona que no respira invariablemente perde-
rá la función circulatoria y el pulso a los pocos minutos; y una persona
inconsciente tendrá siempre amenazada la vía aérea y la respiración.
En el caso de que concurra la inconsciencia y la ausencia de respira-
ción, estaremos ante una parada cardiaca e iniciaremos las maniobras
de reanimación cardiopulmonar (RCP) que posteriormente veremos.
La
falta de respiración
en términos sanitarios se conoce como
ap-
nea.
Puede ser temporal, producida por un traumatismo torácico, por
ejemplo, o puede ser definitiva, lo que se conoce también como
paro
respiratorio.
La ausencia de respiración
constituye una auténtica emergencia y se
tiene que corregir lo antes posible y solicitar ayuda a los servicios sa-
nitarios.
El
paro respiratorio
en niños y lactantes
suele deberse principalmen-
te a la asfixia, por un atragantamiento, o por el cierre de las vías aé-
reas por un cuerpo extraño o por un cuadro alérgico de tipo grave y es
la causa más frecuente de parada cardiaca en niños. También puede
ser causado por un traumatismo o enfermedad grave, como la menin-
gitis o la encefalitis, pero la causa principal es una obstrucción de las
vías respiratorias.
En los adultos,
el paro respiratorio suele estar asociado al estado de
inconsciencia, traumatismos torácicos, TCE o por el consumo de dro-
gas que deprimen el centro respiratorio como los opiáceos o sedan-
tes.
La
afectación circulatoria del pulso
por arritmias o
shock
o la parada
cardiaca, ya sea por asistolia (no hay ritmo eléctrico cardiaco) o por
arritmias ventriculares malignas (hay una actividad eléctrica caótica),
hacen que el corazón no bombee la sangre a los órganos.
La afectación circulatoria en niños y lactantes
suele ser secundaria y
puede estar provocada por un traumatismo torácico, una hemorragia
severa o por una enfermedad que afecte de manera directa al corazón.
En adultos suele estar provocada por un problema cardiaco, como una
arritmia o un infarto agudo de miocardio.
También puede ser secundaria a un daño cerebral o del sistema ner-
vioso, así como por traumatismos severos como un TCE o un trauma-
tismo torácico, una hemorragia severa o una reacción alérgica grave.